Releamos a los clásicos (I).

El título de este post está muy manido, demasiado manoseado, en el fondo, “es un clásico”. Pero es necesario volver sobre aquellos teóricos que sentaron las bases de cualquier conocimiento. Y, en este caso, si queremos hablar de materialismo histórico, deberemos caer irremediablemente en leer al más clásico de todos, Karl Heinrich Marx.

¿Qué crea la desigualdad?

Aquellos términos que coronan casi todas las constituciones políticas que se precien, aquellas de todos los hombres nacen iguales no dejan de ser arte de trilero. O se les ha olvidado de agregar que, después de dar el primer berrido, ya somos diferentes: a algunos los visten de puntillas a otros con harapos.

Socialismo, ¿para qué?

Después de los artículos anteriores, es muy probable que sean muchos los que se pregunten si sigue siendo válido el socialismo como doctrina política, o si el capitalismo ha logrado golpearlo de tal forma que es imposible su risorgimento.

¿Dónde estuvo el error?

Planificada, sí, pero con una profunda dirección democrática; y en eso falló estrepitosamente la política soviética, el haber abandonado el espíritu de los primeros soviets. El poder que Lenin otorgó a los soviets.

Una crítica necesaria

¿Se quiere cambiar el sistema de producción capitalista por otro que elimine las diferencias entre las clases sociales? Quienes respondan sí pasarán a engrosar lo que el capitalismo califica, tratando de criminalizarlos, de antisistema. De la misma forma que un día la naciente burguesía fue tratada de subversiva y criminal cuando pretendió, y consiguió, destruir el sistema servil de producción de la Edad Media.

Aproximarse al tema.

 Aquel jueves de noviembre de 1989 en que cayó el muro de Berlín constituyó, simbólicamente, el comienzo del fin de una forma de entender la historia, la ideología y la economía del mundo y fueron muy pocos o ninguno los que intuyeron lo que vendría a partir de ese momento: el fin de una experiencia única, el intento de instaurar y mantener el socialismo. El viejo capitalismo lograba poner fuera de juego a su principal enemigo.